Chica Rivero



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Buenos Aires es una ciudad extraña y hermosa donde pocas cuestiones pasan desapercibidas. Es un lugar donde siguen creciendo edificios que ya no le dan la espalda al río y donde otros bajan, se caen demoliéndose para que crezcan otros o para darle lugar a las flores. Los gatos no duermen en el tejado, no duermen, descansan sobre el capot del auto, calentitos. Los perros ladran desde terrazas bajas, las bolsas de basura cuelgan altas sobre clavos en postes, las bicis también se cuelgan atadas sobre balcones. El otoño es la primavera al revés. Las enfermeras del turno noche tiran cigarrillos por las ventanas, los diarieros gritan temprano para ganarle a internet. Las parrillas siguen encendidas siempre. Una estudiante besa a otra estudiante, un abogado festeja un gol para abrazar a cualquiera, un psicólogo busca la luna a la mañana temprano antes de entrar en la boca del subte. Hay arquitectura y emociones para todos los gustos, hay baldíos. hay cientos de números, de líneas de colectivos, miles de taxis, personas que caminan desordenadamente silbando haciéndose los distraídos. Calle, calle, calle, calle -avenida, calle, calle, calle, calle-avenida o rotondita. Una ciudad de un país en donde hombres guapos y mujeres que atraen juegan a hacer equilibrio y todos saben un montón de cosas.
No sé bien como ni cuando fue que Calu llegó acá, pero estoy seguro que nunca pisó una baldosa movediza. Algo en su ingenuidad, la curiosidad, y una armonía premeditada le evitan ese desequilibrio. El gesto de su cara en la honda emoción que le da el día a día.

Calu sabe que tengo que venderme, que parezco un chanta , que para hacer la web de la novela tengo que convencer y a veces parece que vendo caramelos. -Algo estás vendiendo- me dijo la primera vez que hablé con ella, en un restorán japonés de Belgrano, en el lanzamiento de la novela. Yo necesitaba una nota, y ella me la dio y me salvó de tener que convencer, de persuadir. Nos seguimos viendo en los estudios de grabación, cada vez que voy a cubrir algo, una participación especial o un backstage o una entrevista. Charlamos muy pocas veces pero en esas pocas veces todo pareció mucho como cuando viajás en ascensor solo un par de pisos pero tu mente sube más tiempo, y pasa la vida, tu torpe amor, tu infancia cuando había menos televisión, tus parientes cantores, los pensamientos lindos, los buenos amigos, los vecinos queridos. Ella tiene esa intensidad con las personas, creo. En esta era de armas de distracción masiva(como dice la poeta de un amigo) como los celulares, twitter y todas las ventanitas que se abren para tanta data al mismo tiempo, ella puede en pocos minutos darte más atención desde los ojos, rara avis de la fama. Ella me prestó “La insoportable levedad del ser, The unbearable lightness of being, Nesnesitelná lehkost bytí (lo escribo en idiomas para impresionarla). Ella me enseñó que vaya alternando las distancias cuando corra, que vaya subiendo progresivamente los kilómetros, despacio, con tiempo. Juntos escuchamos On Melancholy Hill , en donde Hugh Laurie (el de Dr House) tocaba el bajo. Ella me presentó a Liona, un bulldog francés que la tiene acaramelada -y me dijo- Pero nada de marcas de comidas para mascotas eh – y se reía cuando lo dijo. Eso, se reía y su risa es contagiosa. Se ríe ella y te querés reir también y te reís, en el medio de la grabación con Juan con Julián, con Emilio, con la producción, la pasa bien, con todo el equipo, con los cámaras, en el set, en los pasillos, o en el bar de afuera. Con todas las vocales me enseñaron a reir -jajejijoju- me escribió una vez.
Una vez leí que prefería que no la llamaran “Carla”, su nombre. Si lee esto no se va a poner contenta. Pero es el riesgo que asumo cuando escribo sobre alguien agradable, con luz, como para iluminar a otros cuando está oscuro el día o la tarde y el trabajo,. de alguien que además lleva un nombre linda…Carla.

La última vez que tuve contacto con la Srta. Rivero fue por email. Le había arreglado una propuesta con una marca que podía ser interesante. Pero su respuesta fue -Sigamos escuchando música por favor, menos negocios.
Ella baila desinteresadamente. Ella baila, sobre baldosas.
*
No se va. Ella siempre está volviendo.

*Martín Wilson, Productor web de Dulce Amor, ex publicista, poeta.

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